Después del cruel asesinato del Rey Filipo II, su hijo Alejandro de 20 años tomó las riendas de una convulsionada Macedonia, que hace apenas 100 años atrás se veía bajo dominio persa. El jóven Rey no tardó en encontrar dificultades, pero el destino le tenía preeparado otra misión...
En 356 a.C., nace el hijo del entonces rey Filipo II de Macedonia y su esposa Olimpia, su nombre era Alejandro. Filipo se había convertido en el hombre más poderoso de toda Grecia luego de una serie de conflictos frente a los atenienses y tebanos, pero mantener unidas a las muchas Polis Griegas se hacía cada vez mas difícil. Entonces planeó la invasión a el viejo enemigo de las Polis, el Imperio Persa, como manera para unificar a los pequeños estados y conservar la Hegemonía.
Sin embargo Filipo tenía problemas en su propia casa, ya tenía 6 esposas y en 337 a.C. se casó con una séptima, una jóven llamada Cleopatra. Olimpia estaba furiosa, y con temor de que Alejandro nunca se convirtiese en Rey; pero al año siguiente, en 336 a.C. Filipo fué asesinado. Todos sospecharon de que el regicidio fuese instigado por Olimpia, pero sea como fuese, como ella quería, un Alejandro de 20 años heredó el trono, así como la ambición por conquistar Persia.
El Imperio persa era inmenso, se componía por los actuales países de Turquía, Israel, Egipto, hacia Irán e Irak, hasta Afganistán y el norte de la India. Esas son las tierras que Alejandro quería atravesar, el era extremadamente curioso, quería ver las tierras mas allá de Persia y llegar hasta lo que los griegos llamaban el Océano Exterior que rodeaba la Tierra: el Fin del Mundo. En 334 a.C., Alejandro cruzó el Helesponto con un ejército de 40.000 hombres dispuesto a cumplir con su destino.
"No hay nada imposible para quienes tienen la voluntad de intentarlo"
Alejandro Magno
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